Por E.A.
Expresar los que sentimos, para algunos, puede ser un
desafío. Esto es algo con lo que suelo convivir la mayor parte del tiempo:
guardar lo que siento para mí misma y seguir como si nada pasara.
El hecho de no expresar lo que sentimos muchas veces se debe
al miedo al rechazo, miedo de decir
algo y que el otro crea que somos “raros”; que no tomen en cuenta lo que
aportamos o que minimicen lo que sentimos.
Sin embargo, estos sentimientos y/o emociones reprimidas
siempre encuentran una manera de manifestarse, lamentablemente lo hacen
lastimando y confundiendo a nuestro cuerpo, ya que “las emociones afectan a todo
nuestro organismo; nuestro cuerpo lucha por nuestra supervivencia y está
tratando de mantenernos seguros en todo momento”. Creemos que ocultando
lo que sentimos es mejor, pero nos hacemos más daño.
Según la psicóloga María Súnico:”Puede suceder que dichas
emociones persistan, que empeoren -es decir, que tengan más intensidad,
frecuencia o duración-, o que empecemos a manifestar conductas desadaptativas
para intentar neutralizarlas. Estos comportamientos pueden ir desde la rumia
(darle vueltas una y otra vez a lo mismo) hasta estrategias de evitación
(alcohol, drogas, medicación...)”.
Para evitar que tanto nuestro cuerpo como nuestra mente
sufran, debemos aceptar eso que sentimos, esas emociones que están ahí aunque
queramos sepultarlas en lo más profundo de nuestra mente, Súnico dice “La emoción aparece, pasa, puede que golpee
(a veces duele), pero siempre termina desapareciendo”.
Bibliografía:
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